Las cuñas son realces o alzas que partiendo de la línea medial del calzado sin grosor apreciable alcanzan en borde un grueso determinado, básicamente de 3 a 6 m/m.
La incorporación de una cuña en un calzado constituido sin ella no consigue en la mayor parte de los casos el efecto deseado hasta que el calzado haya sido deformado, "torcido", por el uso, lo que supone perder parte de la acción de los contrafuertes en sentido de verticalizar el calcáneo y un debilitamiento de la resistencia en torsión del enfranque del calzado.
La incorporación de una cuña en un determinado calzado debe estar prevista en la fabricación, dicho calzado debe ser construido en una horma que prevea la incorporación de la cuña básicamente. Ello nos implica que el calzado no pueda modificarse en forma moderada, por ejemplo, aumentando o disminuyendo el grosor del borde del la cuña hasta un máximo de + - 3 m/m . Alteraciones de mayor grosor afectarán, como queda dicho, a toda estructura del calzado, quiebre, despegue y contrafuertes principalmente, que pueden anular la eficacia.
Las cuñas pueden localizarse en la mitad medial, interna, del calzado, denominándose entonces SUPINADORAS.
O cuñas varizantes, o en la mitad lateral externa, llamadas PRONADORAS
Así mismo pueden alojarse a nivel del retropié o del antepié. Por último las cuñas pueden ir alojadas interiormente, ocultas entre los cortes y la palmilla, o exteriormente en la suela o en el tacón, aunque esta localización no tiene mayor influencia en su efecto
CUÑAS A NIVEL DEL RETROPIE
Cualquiera que sea la elevación que produce la cuña en el tacón, produce una inclinación del plano de apoyo del talón con respecto al de la planta. Esta inclinación o torsión, del plano de marcha potencia la corrección "funcional" que se pretende con el calzado. El efecto de la cuña en el talón es triple:
CUÑAS A NIVEL DEL ANTEPIE
Generalmente se usan como complemento de la cuñas de retropié, para potenciarlas. Cuando el calzado ha sido construido en una horma con la torsión adecuada para la incorporación de la cuña del retropié, en general no es necesaria la de antepié pues el efecto helicoidal ya está conseguido. Sin embargo en algunos casos, si se quieren aumentar dicho efecto sin sobrepasar unos gruesos admisibles, debe recurrirse a la cuña de antepié se potencia con una pronadora de antepié. Las cuñas de antepié tienen también el efecto secundario de influir en la rotación de la marcha. Por ello cuando existe un valgo de retropié con marcada rotación interna, el tratamiento con cuña supinadora de retropié se complementa con una pronadora de antepié que neutraliza la rotación interna que produce la supinación.
GROSOR DE LAS CUÑAS
Hay diversas tendencias en este punto. Hay prescripciones que especifican un grueso de cuña que está por debajo o por encima de los limites de 3 a 6 m/m (según la talla) en más de 3m/m apuntados como tolerables para la construcción del calzado ortopédico sin que altere fundamentalmente su construcción. Sin embargo, grosores por debajo del mismo apuntado en muchos casos no tendrán ningún efecto apreciable y por encima del máximo pueden resultar intolerables y contraproducentes.
Parece más aconsejable que el tratamiento consiste en mayor o menor tiempo de un grosor razonable que no en variar para cada caso el grueso de la cuña, especialmente cuando sale de los límites apuntados.